Dicen que Buda intentó practicar toda espiritualidad, toda forma de ascetismo, toda disciplina de cuantas se practicaban en la India en su época, en un esfuerzo por alcanzar la Iluminación. Y que todo fue en vano. Por último, se sentó un día bajo un árbol al que llaman bodi y allí recibió la Iluminación.
Más tarde transmitió el secreto de Iluminación a sus discípulos con palabras que pueden parecer enigmáticas a los no iniciados, especialmente a los que se entretienen en sus pensamientos:
«Cuando respiréis profundamente, queridos monjes, sed conscientes de que estáis respirando profundamente. Y cuando respiréis superficialmente, sed conscientes de que estáis respirando superficialmente. Y cuando respiréis ni muy profunda ni muy superficialmente, queridos monjes, sed conscientes de que estáis respirando ni muy Profunda ni muy superficialmente».